miércoles, marzo 31, 2004

Les annés Lumières

Siempre había creído que la velocidad debía ser apresurada, de aceleración instantánea, en los extremos; creía que volar era lo más normal del mundo, que la vida es un deseo en el cual uno cree tan fervientemente que se vuelve realidad; me recostaba sobre la cama con toda la intención de soñar, de viajar a otros mundos, siempre alternos y distantes, lejanos por su no racionalidad; proclamaba, cada vez que podía, la vieja frase de Bono: "don’t let the bastards drag you down".

Ahora, acaso por primera vez desde que recuerdo, caí en la lentitud, en la velocidad a paso lento, que no por ello deja de ser intensa; descubrí que volar es un sueño y que a veces es necesario andar sobre la tierra, resbalarse, deslizarse y hasta enterrarse en ella, que la vida es verdadera, aun cuando uno no crea en ella, ni se de cuenta; ahora me recuesto sobre la cama, cansado, y duermo a la espera de otro día, otra oportunidad de vivir alguna historia, y no sólo imaginarla; ahora puedo repetir la frase de The Edge: "don’t expect, suggest."

¿Habrá sido Auster quien vio la película de Tanner, o los dos habrán leído la novela de Odier o, simplemente, todos pensamos alguna vez en volar?

En el fondo, no creo que haga falta ningún talento especial para que una persona se eleve del suelo y permanezca suspendida en el aire. Todos lo llevamos dentro […]. Tienes que aprender a dejar de ser tú mismo. Ahí es donde empieza, y todo lo demás viene de ahí. Debes dejarte evaporar. Dejar que tus músculos se relajen, respirar hasta que siente que tu alma sale de ti, y luego cerrar los ojos. Así es como se hace. El vacío dentro de tu cuerpo se vuelve más ligero que el aire que te rodea. Poco a poco, empiezas a pesar menos que nada. Cierras los ojos; extiendes los brazos; de dejas evaporar. Y luego, poco a poco, te elevas del suelo.
Así.

(Mr. Vertigo. Paul Auster.1994)

Todos los bosques tienen un árbol para ti. Encuéntralo.
(Les annés Lumières. Alain Tanner. 1981)

martes, marzo 30, 2004

¿Y si la realidad se disolviera bajo nuestros ojos? ¿Si ya no se tratara de oponer la verdad a la ilusión, sino de percibir la ilusión generalizada como más verdadero que lo verdadero? ¿Si ya no hubiera otro comportamiento posible que el de aprender, irónicamente, a desaparecer? ¿Si ya no hubieran más fracturas, línea de fuga y rupturas, sino una superficie plana y continua, sin profundidad, ininterrumpida? ¿Y si todo ello no fuera entusiasmante ni desesperante, sino fatal? (El otro por sí mismo. Jean Baudrillard, 1987)

¿Y si la realidad se disolviera bajo nuestros ojos? ¿Si ya no se tratara de oponer la verdad a la ilusión, sino de percibir la ilusión generalizada como más verdadero que lo verdadero? ¿Si ya no hubiera otro comportamiento posible que el de aprender, irónicamente, a desaparecer? ¿Si ya no hubieran más fracturas, línea de fuga y rupturas, sino una superficie plana y continua, sin profundidad, ininterrumpida? ¿Y si todo ello no fuera entusiasmante ni desesperante, sino fatal? (El otro por sí mismo. Jean Baudrillard, 1987)

¿Y si la realidad se disolviera bajo nuestros ojos? ¿Si ya no se tratara de oponer la verdad a la ilusión, sino de percibir la ilusión generalizada como más verdadero que lo verdadero? ¿Si ya no hubiera otro comportamiento posible que el de aprender, irónicamente, a desaparecer? ¿Si ya no hubieran más fracturas, línea de fuga y rupturas, sino una superficie plana y continua, sin profundidad, ininterrumpida? ¿Y si todo ello no fuera entusiasmante ni desesperante, sino fatal? (El otro por sí mismo. Jean Baudrillard, 1987)

domingo, marzo 28, 2004

Cada vez afirmo un poco más mi teoría de que la mejor forma de irse es saber quedarse.

Hay que hacer como si la obra se preexistiera a sí misma y presintiera su final desde el principio.
Jean Baudrillard

Siento el teclado como si estuviera vivo. No temo equivocarme; la razón me ha abandonado. El último consuelo es la tenue línea que se crea tras la fallida escritura, la oscilación armónica del siniestro destino del alma. No hay sentimiento más puro que el de alcanzar lo que se desea. Lo deseo; lo obtengo. Lo demás es accesorio.

viernes, marzo 26, 2004

Sólo el gran pez logró solucionar el problema que aqueja a Cacaso, poeta brasileño. ¿Cómo?, no sé.

La hora del recreo

El corazón hecho jirones el poeta es

obligado a elegir entre dos amores.
Las dos no puede ser porque ambas no lo permitirían
una sola es imposible porque están los ojos de la otra
y ninguna es un verso que no está en este poema.

Basta por hoy. Mañana volveré a pensar en este problema.
Cacaso

Una mujer o todas; en la igualdad se da la diferencia; ¿en la diferencia se puede afirmar la unicidad?

jueves, marzo 25, 2004

No escribía para publicar. Escribía porque le ayudaba a pensar.

Un filme de amor es la historia más bella de la cinematografía brasileña. No hay palabras para describir a la luz, a las líneas y colores de los plano secuencias: el blanco inunda de blanco la pantalla, más blanco que el resplandor de un electrón; el rojo juguetea con el verde; el negro resbala sobre un cable gris, retorcido y con decisión. Armonía: conjunción de las Tres Gracias griegas. Un filme de amor, un compartir poesía, filosofía, lingüística y soledad inseparable del placer, el amor y la belleza. Armonía: ritmo de la vida.
En esta historia cualquier acción dura lo que debe durar: si una mujer ha de caminar una cuadra, la anda entera; si la causa de mirar el mar es descansar la vista sobre el infinito y su tiempo es tranquilo y relajado, así también pasa aquí.
Lo que más me gustó de la película es el relato que me contó Pol sobre la participación y agradecimiento del director hacia el público, al finalizar la película. De haber comenzado la proyección con un auditorio lleno, al final de la misma no quedaban más de quince espectadores. Después de los créditos, la organizadora comenzó a disculpar la ausencia del director, quien estaba anunciado para estar en la sala. En eso se levanta de entre el público un viejo, de unos sesenta años, quien dice, en portugués:
–Yo soy el director.
La organizadora le pregunta que si habla español, a lo que contesta
–No.
Y, relajadamente, se dirige al público y les comenta que esa película le había llevado quince años, que ya había hecho unas treinta películas en Brasil y sobre cómo era una película de autor, sobre el amor y cómo la gente en estos tiempos ya no tiene la paciencia para tomarse el tiempo.
Me gusta recordar esta historia, porque así veo a Pol contándola, con su ligera sonrisa juguetona, su dulce mirada tentadora, sus sueños sabios reflejados sobre la pupila izquierda.
Si Imre Kertesz fuera director de cine, aseguraría que él dirigió y escribió Un filme de amor.

miércoles, marzo 24, 2004

Volcán conducido

–Sólo te he visto hacer dos cosas con tanta calma con tus manos: cocinar y armar un gallo –me dijo Pablo mientras me veía cortar una cebolla morada tan fina como era posible.
La cocina, o mas bien, el arte culinario, es una región donde se vive todo el placer, la intuición y la ciencia posibles. Un buen plato tiene armonía, estética, color, forma, textura, sabor, olor,… en definitiva, el arte por excelencia, el que permite la contemplación y apreciación por la mayor cantidad de sentidos. Además, su carácter temporal, arte destinado a no vivir mas que unos instantes, lo reviste del sentido del arte verdadero: la contemplación sin necesidad de aprehenderlo, de conservarlo como posesión para sentir que lo hemos disfrutado. Acaso sea un punto demasiado romántico, à la Goethe, quien prefería contemplar un rosa a un lado del camino, a cortarla y llevarla a casa. ¿por qué la posesión del arte, si es suficiente con la contemplación? Idea disparatada para este siglo, supongo. Puede que yo también viva en el siglo XIX, o mucho antes quizá. Aun me detengo a contemplar una hormiga que anda sin parar, cargando una carga de cuatro veces su tamaño. Y las mujeres: esa deliciosa compañía que brindan, esa mirada, su piel tan suave, de regiones inexploradas…

Cuando parece que uno ha dejado de creer, de repente, aparece un ángel. La noche recobra su brillo, la lluvia su humedad, el cielo su infinita gama de tonos azules. Yo había dejado de creer; la vi y comencé a volar.

lunes, marzo 22, 2004

Hacia el cadalzo

El conteo de los días puede volverse demasiado insoportable. Acaso la única diferencia entre una vida monótona y aburrida y la fantasía de una vida plena esté en la imaginación: uno viaja siempre que quiere, no cuando puede. En la mente está la capacidad de cambiar el universo entero: todo el universo no es más que la visión personalísima de cada uno.

Ante tantas teorías posibles, ¿cómo confiar tan siquiera en una? Yo quiero creer pero, los dos peores males de la humanidad me aquejan constantemente: el miedo y, principalmente, la flojera. Es mucho más fácil pensar en lo que podría ser, en el futuro o el más allá para, simplemente, trasladar los deseos actuales por una supuesta recompensa futura. Tirado sobre la cama, mirando el televisor, me llegan tantas ideas, tantos proyectos posibles: viajes a regiones remotísimas, ayuda caritativa a las organizaciones mundiales, poemas que cambiaran a las personas de todo el planeta, negocios multimillonarios operados desde una isla caribeña, placeres sexuales satisfechos por mujeres de cuerpo escultural… Me levanto de la cama, adormilado, medio apendejado, cansado de tanto soñar. No hay más remedio que tomar una siesta, tan larga como la vida misma.

Me he dado cuenta de que no me apasiono como digo que lo hago. Hago como que hago matemáticas, como que escribo, leo y pienso. Todo parece tan banal, tan sin sentido. ¿Para qué aspirar a lograr algo, llámese como se llame, si estoy conciente de que la mayor felicidad se encuentra en una vida sencilla, vivida y no imaginada?

Ahora atravieso una etapa de supuesto estudio, de lectura y análisis; parece que la creación hiberna dentro de una gruesa capa de hielo polar. Leo sobre geometría diferencial, análisis real, los gulags y la guerra de los mundos. Todo es lo mismo, la indiferencia se ha apoderado de mí de tal manera que, las curvas y superficies, los marcianos y los prisioneros me parecen la misma historia, la de mi soledad y desasosiego.

Vivo una etapa de transición, un irme sin quedarme, un estar sin querer del todo. ¿La salvación?: la auto condena, el andar voluntariamente hacia el cadalso.

sábado, marzo 20, 2004

Big Fish

Había un hombre que siempre contaba historias. De tanto contar historias, un día, sin darse cuenta, él mismo se convirtió en una historia.

La vida puede ser tan monótona y aburrida, o divertida y variada como se quiera; la diferencia entre una y otra, no está más allá de nuestras posibilidades: un hecho rutinario puede cobrar la mayor trascendencia posible, con un simple acto de voluntad. Digamos que un hombre nace, vive y muere. A esto se reduce cualquier vida humana y, de hecho, cualquier vida según el estado que conocemos. Pero lo importante está en los pequeños detalles, en lo que pasa de un punto a otro, entre una coma y la siguiente; en pocas palabras, lo que se omite con un punto y coma es la riqueza de la historia.

Desafortunadamente, yo me he ido acostumbrando al punto y coma, a la suspensión de los sentimientos en aras de un fin supuestamente mejor, mucho más trascendente e importante: el talento individual. Sin embargo, a medida que esto iba pasando, al ir suplantando sentimientos por definiciones abstractas, cuasi-universales, fui sacrificando el anonimato de una vida ordinaria, por la notoriedad de una vida de grandes logros, o supuestas recompensas, mismas que se desintegraron de súbito, tras un pequeño análisis de la verdad, la que vivía y la que me había inventado. Me di cuenta que había dejado de creer, abandonado la vivencia, por un intento de analizar y describir la vida en sí, intentando llegar a una generalidad que, inconscientemente, iba perdiendo al mismo paso que mi individualidad. Sí, la vida está aquí, no en otra parte. Acaso siempre diferente, según la historia que contemos sobre el mismo hecho, pero siempre aquí, no en otra parte. Repito esta frase como si fuera una especie de mantra, un aletargamiento de la conciencia para llegar a la iluminación.

Un hombre cuenta historias; de tanto contarlas, confunde la realidad y la ficción, elige una de ellas (la mejor), para hacer de su vida una de esas tantas historias (la mejor).

jueves, marzo 18, 2004

Mi cabeza está llena de puras matemáticas puras. No hay palabras, solo espacios abstractos.

A veces, los símbolos vencen a las palabras. Me quedo mudo, estático ante la sorpresa de querer decir algo que no hay dentro de mi.

martes, marzo 16, 2004

¿La escritura es un ejercicio, como lo puede ser jugar fútbol?

Ahora viene la cuestión importante, por lo menos para mi subsistencia: si a todos les pagan por hacer lo que hacen, ¿me deberían pagar a mi por ser tan cínico y arrogante, fiel creyente del nacionalsocialismo, en su forma más pura, no corrompida por la burocracia?

Guadalajara es un espejismo, un alto en el camino hacia la realidad.

¿Será que a veces no tengo nada que ofrecer? ¿O será mas bien que hay personas que no quieren recibir, obtener algo extra, como conocimiento o experiencia, de otro? Acaso el vacío sea estar demasiado lleno; la gordura, un vacío interminable de ansiedades mal encaradas. A mi, cada vez me cuesta más la sorpresa. Habiendo experimentado sensaciones intensas, puntos culminantes y amores capaces de traspasar la frontera del individuo, del mundo propio y el ajeno, de la fusión y redistribución del tiempo, me cuesta trabajo entregarme a una experiencia que, de antemano, sé no llegará a cumplir mis expectativas alcanzadas en otro momento. ¡Cómo me gustaría abandonar la petulancia del conocimiento, la soberbia del pensar y quedarme, únicamente, con la vivencia entera, la frontera donde se bifurca el tiempo, donde se dilata el ser, congelando la sonrisa en el aire!

Aprender a volar. Eso es lo que debería hacer. Lo demás, llámese como se llame, es insulso en comparación. Volar, no solo gravitar, sino desplazarse por el aire, sin más ayuda que la de la intención. Una cuerda se rompe cuando un deseo se pega. Un nuevo orden es creado a partir de un forma específica de ver el mundo. Desde arriba, la ciudad cambia de forma, deja su anonimato a un lado, al cobrar una identidad nueva, desde una perspectiva diferente. La cuerda ya no importa; el deseo es lo que queda o, mas bien, el acto engendrado por este deseo.

Hay una revolución dentro de cada individuo. La diferencia: sólo unos se dan cuenta. Los otros, creen fielmente la mentira de esos pocos. En las dos bandas hay placer, tanto en la ignorancia como en el conocimiento. La diferencia: mera elección.

El descaro absoluto en cuanto a la cultura del blog: Imre kertesz, y su nueva publicación.

Thomas Bernhard escribió un libro llamado El sobrino de Wittgenstein, que narra su experiencia en el hospital para tuberculosos, en el pabellón para enfermos de pulmón, junto al pabellón de los enfermos mentales, donde conoció a Paul Wittgenstein. El libro no es más que un pretexto para hablar acerca de la enfermedad, de la locura y quejarse de los compositores de música clásica, encontrando semejanzas entre la locura maniaca de Bruckner, quien escribiera sus sinfonías con una precisión matemática por demás compulsiva y su propia locura, llamada enfermedad de pulmón. Compara el genio de Ludwig con el de Paul, llamándolos a ambos filósofos, solo que al primero, de palabra, y al segundo, de acción. Sí, el primero trabajaba las ideas sobre papel; el segundo, las vivía en carne propia.

Hoy compré Mr. Vértigo, de Auster. Estoy a punto de terminar de leer su obra entera; unos cuantos libros más y estaré ante el final, ante una vida volcada sobre la escritura, un mundo de letras entretejido con la ficción de la realidad. El libro trata de un niño que aprende a volar. Así de sencillo. Justo como en la película Waking Life, el protagonista también vuela de un lugar a otro, desplazándose de una conversación sobre la conciencia a otra sobre el despertar y la bioquímica del cuerpo ante la muerte. Despertar, todos queremos despertar.

También encontré el Archipiélago Gulag; presiento la trascendencia de este libro, del ucraniano ganador del nobel en 1970, pero aún no estoy seguro del efecto que causará en mí su lectura. Narra su experiencia en los campos de concentración rusos, mucho más cruentos que cualesquier otros, incluyendo los de los nazis. El holocausto verdadero no es el que se ha llevado el mote.

Los libros son una delicia.

domingo, marzo 14, 2004

Sobre la catástrofe

Para mí, parece que la catástrofe es la compañía, no la soledad. El jueves inicié un noviazgo, a la tapatía; este domingo, recibí un mail cancelando el contrato mutuo, dejando los términos como meros amigos. Los motivos? Estamos demasiado comprometidos con nosotros mismos, con el individuo eternamente soltero, enamorado de su profesión, sin tiempo para ser humano. Creo que yo he perdido toda capacidad de compañía; qué me queda? el punto y coma dentro del texto; el vacío que engendran las palabras sobre la hoja en blanco; los símbolos raros que asaltan a mis sueños, buscando incorporarse en una demostración matemática válida; las líneas y patrones, los colores y texturas de una foto, ya sea estática o en movimiento.

Un sistema cerrado es una mera ilusión; cualquier sistema es abierto, por lo menos los que tienen un cierto intercambio con la naturaleza, con el exterior. Puede uno recluirse dentro de uno mismo, ensimismarse, por asi decirlo, y olvidar que existe el ambiente? Los otros no son mas que una repetición de uno mismo. Somos lo que somos porque otros no lo son.

Según una doctora, quien fue la que inició y terminó este contrato social, el único miedo del hombre es a quedarse loco, a perder la razón. Si fuera cierto, yo ya he perdido todos los miedos posibles.

Sobre el hombre y la mujer

¿Qué buscan las mujeres en un hombre? Pregunta cotidiana sin respuesta única. Un hombre y una mujer se encuentran, se van conociendo poco a poco, los dos solos, uno junto al otro. Se miran extrañados, voltean hacia otro lado, ocultando su falta de conciencia, su total dispersión dentro del universo conocido.
A mi me gustaría evitar la pregunta, andar por la vida, encontrar una mujer hermosa e inteligente a quien amar, callar para hablar en serio, sostener la mirada, sabiendo que el vacío no es mas que un estado de disipación. Solo, siempre solo. Al lado de ella encuentro el confort de no ser, de dejar de pensar en lo mismo de siempre, en la banalidad del pensamiento sobre la existencia. ¿Es posible pensar la vida y vivirla al mismo tiempo?

Sobre el verdadero hogar

Lejos de casa, ¿dónde está el hogar, la casa verdadera, de donde venimos y a donde pertenecemos? Cada noche me voy a la cama con ganas de haber hecho algo diferente, de haber vivido la vida en serio, plenamente. Después de unos minutos, me vence el cansancio, el miedo o la flojera, y me abandono a la no existencia, al letargo de la noche sin sueños, del día sin retos. ¿Es posible cambiar un día por otro? Dentro de los sueños, la verdad es la ficción de lo auténtico. He dejado de soñar; ¿cómo me recupero?

sábado, marzo 13, 2004

Hoy al iniciar el día, o ayer por la madrugada, volví a creer en el amor y las mujeres, en el compromiso y la entrega hacia el otro, la reflexión de uno mismo visto desde allá. Me gusta la idea de tener una novia. Es bueno sentirse bien, dejarse consentir y ser atento sobre los pequeños detalles que hacen a la vida mucho mejor; por ejemplo: el beso del semáforo.

La vida no es mas que una repetición de instantes, un presente donde uno decide sin animarse a dar la respuesta: ahorita no, gracias. Pero llega un momento, indiscutiblemente, en el que es hora de decir sí, de tomar la decisión única, cualquiera que sea.

Creo que me causa un poco de conflicto enfrentarme a ideas que comparto con otros autores cuando no han sido plasmadas de la manera en que hubiese preferido. Ante la inconformidad, el acto. Don´t expect, suggest.

viernes, marzo 12, 2004

There was a lot left unsaid.

¿Cómo usar las palabras, para decir lo indecible?

La palabra es pobre cuando se le compara con el signo. La magia de expresarse sin palabras no puede ser comparada con literatura alguna, por más hermosa que esta pudiera ser.


Sobre el miedo a las ideas de los otros

No es posible pensar por los demás. El miedo a la reacción ajena me paraliza, al causarme la duda verdadera, única: quién soy yo. Elijo dejar de pensar, andar a paso lento para cuidar el ritmo de mi cuerpo. Elijo la compañía de una mujer hermosa e inteligente, con la cual compartir el presente, instante que dura por siempre. La elección, como casi todo en la vida, sucede concientemente dentro de una gran gama de posibilidades presentadas por azar. Así, la casualidad pierde un poco su barbarismo al permitir entrar en juego a la razón y el punto de vista personal, mismo que decide cuando la vida será verdadera y cuando un profundo letargo.

El otro siempre está presente al momento de tomar mi decisión. Si me voy por este o aquel camino, es, más que por elección propia, por una persona ajena, el otro, que conduce mi vida de cierta manera, llevándola hacia confines no imaginados desde antes. La imaginación no está atada a la vida; por el contrario, la vida sí lo está a la imaginación.

Será verdad que el tiempo puede ser predicho, según un punto en el espacio? Yo lo dudo. Hay quienes insisten en aseverar que poseen ciertos poderes de adivinación y admonición. Acaso sea cierto pero, no pasará lo mismo con todos los seres humanos, siendo la única diferencia el estar conciente o no de ello?
En ciertas ocasiones, yo prefiero dejar la conciencia a un lado. El sueño es mucho más confortante que la vigilia. Volteo a mi cama; una ligera llamada desde otro mundo, una ventana al más allá, tan cerca que no lo puedo ver. Duermo o estoy despierto?

jueves, marzo 11, 2004

Sobre el papel del maestro

El reto de un buen maestro no es enseñar lo que tiene que enseñar. Eso lo puede hacer cualquiera. Además, los alumnos siempre olvidan lo que no les interesa ni les sirve, supuestamente, para nada. Uno recuerda la frase especial, la idea original, el gusto por cierto tipo de actividades y formas de pensar. Más que impartir conocimiento, el buen maestro comparte experiencias.

Sobre el tiempo

El tiempo físico (de las carambolas de billar) determina toda la historia y todo el futuro a partir de cualquier instante, o sea, es un tiempo prescindible, una ilusión. (Jorge Wagensberg, 2002)

Sobre Tsikwaita

La magia no está allá afuera. Los huicholes no son una gran raza. Afirmarlo sería una especie de fascismo, de racismo a la inversa, declarando a los indígenas, abandonados por la civilización, como seres de mayor espiritualidad y mucho más felices y concientes que nosotros, los citadinos, aspirantes al primer mundo.

Yo creo que es mejor dejarlos en paz. Cuando yo fui con ellos no fue en lo absoluto por humanitarismo ni por una gran admiración; acaso un poco, para que negarlo. Mas bien fui por conocer la sierra y ganarme unos pesos a mi regreso de Europa. Hay algunas huicholas, contadas con una mano por cada pueblo, con la habilidad de trazar unas geometrías cuasi perfectas, con una armonía de colores bien balanceados. Pero son unas cuantas. En la sierra, los hombres beben, pero no como lo haríamos los de la ciudad, al ir de copas por una noche. No, ellos beben durante días y noches seguidos. Se sientan en la plaza a debatir asuntos de la comunidad y beben, beben, beben. Se cansan y caen dormidos para despertar al día siguiente y volver a beber y continuar la discusión.

Sí, hay un maarak´ame, o brujo o sacerdote de la comunidad pero, ¿no hay uno en cada comunidad de la ciudad también? La magia nunca estará en otro lado; ya está donde puede estar. Acaso el viaje sirva para darnos cuenta de que no era necesario partir, en primer lugar. De alguna forma de ha de dar uno cuenta, ¿no?

miércoles, marzo 10, 2004

El tedio, en definitiva, es el estado normal del hombre.

¿Cómo evitar describir los estados del alma? Suelo ser demasiado ambicioso, orgulloso y egotista al escribir sobre el hombre como especie, no como individuo. En realidad, ¿es posible hablar del hombre como tal, o será imposible hacer analogías e inferencias universales? Simplemente, no se.

Eran pasadas las 12 de la noche. Ya estaba dispuesto a dormir cuando sonó mi teléfono. E, todo borracho, me preguntaba si podía pasar un rato a platicar

–No te agüitas si paso –me dijo.
–No, caele –le respondí.

Escuché su coche todavía a unas cuadras: el sonido inconfundible de un VW. Venía a exceso de velocidad, digamos 80 para una vuelta dentro de la colonia. Inevitablemente, acaso con plena conciencia del acto, chocó contra la banqueta al dar la vuelta, destrozando el rin y la llanta delantera izquierda.
Me platicó sobre sus problemas matrimoniales (la crisis del primer año), la tentación unida a la culpa de la infidelidad, de cómo uno es una mierda y siempre lo será, el haber dejado de leer y escribir a causa del matrimonio; en fin, todo lo perdido en pro de la pareja, en detrimento del individuo.

Yo emití mis juicios, siempre bien, por gozar de la libertad de los soleteros, según él. Hablé de cómo acostumbramos mentir sin remordimiento de conciencia, de cómo hemos dejado de ser felices y vamos a la cama, por la noche, cansados y desamparados, con un aire de pérdida irremediable.

La noche se evapora en el temor del amanecer.

martes, marzo 09, 2004

Los riesgos de una mala divulgación científica son mas que evidentes. Los divulgadores han creado ciertos mitos, dichos atribuidos erróneamente a científicos famosos, de imagen mundial, como los que han dado a Einstein: todo es relativo, usé sólo el 10 por ciento de mi cerebro, etc… todos falsos en cuanto a que cuentan una realidad tergiversada, un hecho no comprobable científicamente, lo que contradice la manera de pensar de la gente que hace ciencia. Yo creo que para divulgar ciencia si es necesario hacer ciencia. Acaso, como decía Sagan, si sea necesario que la humanidad aprenda ciencia, sepa lo que pasa a cierto nivel; lo malo viene cuando se abusa o tergiversa la información, las palabras atribuidas a uno u otro.

Hoy descubrí cómo el mito de que los humanos usamos nada mas que el 10 por ciento del cerebro es incomprobable. Es un mito que se ha ido propagando sin haber tenido una base o justificación científica clara y precisa. Pero, a la gente le gusta creer, ¿no? Y cuando no encuentran nada más en qué creer, siempre queda Dios.

Encantamiento
a Lucía

Puedo decir que lo siento, que existe y se da entre los dos. Los motivos no son del todo aparentes. Trataré de encontrarlos, descifrarlos y expresarlos. Iré enumerando, no por orden de importancia sino por el de la memoria: el primero que entra es el primero que sale:
Tu olor es lo presente en tu ausencia. Te reinvento al olerte rozando mi mano derecha; te dibujo al mirarte gracias al olfato. Después de no verte, decido seguirte viendo; al irme, te quedas junto a mí.
Tu sonrisa es el horizonte si te veo. A tu lado, el mar se vuelve finito, alcanzable y brillante como polvo de estrella. Un hombre nada hacia el otro lado del tiempo. La tormenta lo sorprende a mitad del camino. Nada más que lluvia, viento y olas, grandes olas. Si tan solo… un puerto en la tempestad: tú.
Tu dedo pequeño de la mano izquierda. Una larga cama de nubes, un invierno dentro de todo verano. Me deslizo lentamente sobre tu pequeña uña, discreta, bella y juguetona.
La lista no termina, continúa. Por ahora me quedo con estos tres recuerdos pero con toda tú. Gracias por estar.

domingo, marzo 07, 2004

El fondo no es importante; es importantísimo. En el cine, el ritmo de la película, como la emoción que va andando a través de la línea de tiempo, está dado, en gran parte, por las líneas y los cambios de color en el fondo. Así, una película que oscila del rojo al azul, va de la pasión a la tranquilidad; de la misma forma, el cambio entre líneas perfectamente horizontales, hasta llegar a una casi verticalidad, puede marcar el desequilibrio del personaje o de la historia en sí. Encontrar el fondo adecuado es una de las labores más importantes del director y del fotógrafo. Allí está la luz, el color, la línea, la armonía. Un buen ángulo, un tono adecuado, pueden decir mucho más que un guión acertado pero con mala fotografía. Y lo mejor de todo, es que actúan de una manera subconsciente sobre el espectador, dándole gran parte de la película de alguna forma digerida, para que, a nivel inconsciente, se vayan dando las emociones en él, sin que implique mayor esfuerzo de su parte.
Este es el reto al que me enfrento actualmente: encontrar un fondo adecuado para los dos proyectos de video y fotografía en los que me encuentro ahora.
El de fotografía se llama Nine Faces, y consiste en nueve caras, nueve rumbos, y no me acuerdo qué mas me contaba la organizadora. El reto es tomar nueve fotos de los coreógrafos de estas danzas, con mucho color y gran detalle de expresiones faciales, sobre dos tipos de fondo: artificial, como la industria, y natural, como el bosque.
El segundo es un proyecto de un documental en video, haciendo cámara para mi amigo P. el reto: expresar las emociones de los entrevistados mediante el fondo: líneas y colores.
A mi parecer, estas dos actividades se reducen a una sola, única y permanente en mi vida: ver y pensar matemáticamente.

sábado, marzo 06, 2004

Sobre Cold Mountain
Nicole Kidman siempre bella, con esa cualidad, casi única, de tener un rostro que refleja la luz a la perfección. Los contrastes entre la luz y la oscuridad, el bien y el mal, lo permitido y lo prohibido. Ulises regresa después de una larga travesía. Regresa para morir en brazos de su amada. Regresé, le dice al morir. Ella lo abraza, se recuesta sobre él. La nieve cae. El paisaje blanco es perturbado por una ligera mancha de sangre. La vida se ve transformada por la muerte. La guerra, heroísmo de cobardes, afecta a todos por igual, vencedores y vencidos. Todos sufren, unos cuantos gozan. ¿Qué puede hacer el hombre que ha matado y enterrados sus emociones? ¿Qué será de la mujer que ha endurecido su corazón durante años, olvidando el contacto del amor, suplantado las caricias por la escopeta? La guerra no vale madres.


Para terminar el tema del plagio, mandé la siguiente opinión a la lista de correos donde se generó el escándalo:

Se ha despertado interés en esta cuestión del supuesto plagio. Muchos alaban las cualidades morales y éticas, junto con el gran amor a la enseñanza y el conocimiento de Lorenzo. José Daniel intentó llegar a la verdad, por su amor a la misma, por el respeto a la justicia. Yo creo en la integridad de ellos, y de quienes defienden el derecho a la libre información en la red, la declaración de una conciencia colectiva universal (acaso ya no esté de más este término), donde el conocimiento ya no es de las clases favorecidas, de los doctos en la materia, sino que ahora puede ser accedido y explicado por cualquiera, libremente.

Para mí, mas que nada, fue un honor recibir semejante piropo intelectual, como lo llamaría yo. El conocimiento humano se sustenta en la idea de unos cuantos, apoyados por un montón más, llamados epígonos, que escucharon e hicieron propias las ideas. Entonces, el conocimiento si es generado por unos cuantos, aceptémoslo, pero el enriquecimiento verdadero viene cuando los otros dicen “qué buena idea, a mí se me hubiera ocurrido”. Y a partir de allí se da un giro en la concepción personal del mundo. Al fin y al cabo, no existe una manera de compartir vivencias objetivamente sino que es necesario recurrir a los distintos puntos de vista de las personas.
Agradezco, más que el interés de la verdadera autoría, el que han prestado al tema en sí. Me da gusto no estar solo en esa búsqueda entre arte y ciencia, esa región que a veces pareciera infranqueable, donde la vida se da de manera distinta, igual que siempre pero con un aire de comprensión, de placer por el conocimiento.
Y los invito a seguir apropiándonos de los textos, a vivirlos de alguna manera, no solo en nuestras labores intelectuales, sino reflejado en nuestra vida, en la forma de ver a las hormigas trabajar, o nombrar el color del atardecer. Si alguien me ofrece una descripción adecuada para la noche, para la ciencia o la poesía, si uno que otro busca en las ideas, mías o de quien sea, la verdad y la belleza, ya habremos ganado, todos juntos, en el colectivo de individuos, en la conciencia del conocimiento verdadero: el del bien común.
Yo, en lo personal, escribo para dejar constancia de una vivencia, particularísima y acaso no del todo verdadero. Por eso, en momentos de dudas, me apoyo en otros autores, que han vivido y pensado a mi manera, según la etapa en que me encuentre. Agradezco a Paz, Hardy, Bourbaki, Oulipo, Rimbaud, Mallarmé, Lobachevsky, Riemman, Euler, Gauss, Cezanne, Thoreau, Roubaud, Queneau, Bohm, Euclides, Holan, Holub, Szymborska, Russell, Kayam, Carroll y Feynman por haberme prestado sus ideas. Y a todos ustedes, por su interés en crecer con ellas.

Narciso, el espejo, la página en blanco; la imagen reflejada, la palabra que cuenta una vida ajena, de otro. ¿Goldmund? ¿Dónde está Goldmund?

Puede ser que, como dice Faulkner, los novelistas sean poetas fracasados que, después de intentar con el cuento, no les queda otro remedio mas que la novela. Yo, en lo personal, he comenzado a incursionar en la prosa para ver si, después de unas cuantas páginas, párrafos o libros, queda una que otra frase rescatable, una que englobe el verdadero sentido poético: la realidad de la ficticia vida.
Acaso por eso me ha costado tanto trabajo leer el poemario Seis y un remordimientos para el cielo, de Odiseas Elytis. Esta obra, del ganador del Nobel en 1979 debe leerse palabra a palabra, encontrando el significado en el espacio en blanco, en el espacio de transición de una letra a la otra.

En las cercanías del río, donde los hombres de las tinieblas combatían con el Angel para revelar el nacimiento de la belleza

O eso que nosotros, de distinto modo, llamamos lágrima.
O Elytis

La letra o el número, el signo y el símbolo; realidad o ficción: vida.

Aun cuando estoy seguro de lo ridículo de la idea, intento planificar mis acciones. Cómo es posible que alguien, en este caso yo, sea capaz de planear su vida de tal manera que escoja lo que pasará a largo y corto plazo? A mi se me hace por demás inverosímil.

Ahora enfrento otro problema, que se ha convertido mas en comedia, sobre el plagio de un artículo mío. Di una conferencia sobre matemáticas y poesía, la compartí con algunos interesados al final de la plática. Semanas después aparece plagiada, rescrita con el español del vos, y publicada con diferente autoría. En verdad, más que sentirme ofendido, me sentí halagado de que algún desconocido se quisiera apropiar de mis ideas, hacerlas suyas y vivirlas como tales porque, ¿no es ese el sentido de la literatura? En estos días se ha desatado el debate sobre este plagio, en la lista de correos de la persona que me avisó de tal. Algunos defienden al plagiador, diciendo que el es una persona moral y con un gran interés por el conocimiento, otros hablan de el elogio intelectual brindado por el plagiador, otro felicita al plagiador por poner “en forma clara lo que es tan difícil de investigar”. Me lleva la chingada, ahora resulta que este tipo me hizo un favor al destruir el ritmo de mi texto. Acaso sea verdad que en el siglo XXI desaparecerá el autor a favor del colectivo.

La vida es una continua sucesión de casualidades, un eterno estar sin estar, al ir de un lugar a otro, a paso lento, siempre deprisa. Llego a casa después de una larga jornada de hacer nada; el adagio para cuerdas de Samuel Barber y un libro de poemas de A Pizarnik parecen bastante buenos compañeros para la soledad tumultuosa de una noche de luna llena. Una noche más, otro día indiferente.