sábado, marzo 06, 2004

Sobre Cold Mountain
Nicole Kidman siempre bella, con esa cualidad, casi única, de tener un rostro que refleja la luz a la perfección. Los contrastes entre la luz y la oscuridad, el bien y el mal, lo permitido y lo prohibido. Ulises regresa después de una larga travesía. Regresa para morir en brazos de su amada. Regresé, le dice al morir. Ella lo abraza, se recuesta sobre él. La nieve cae. El paisaje blanco es perturbado por una ligera mancha de sangre. La vida se ve transformada por la muerte. La guerra, heroísmo de cobardes, afecta a todos por igual, vencedores y vencidos. Todos sufren, unos cuantos gozan. ¿Qué puede hacer el hombre que ha matado y enterrados sus emociones? ¿Qué será de la mujer que ha endurecido su corazón durante años, olvidando el contacto del amor, suplantado las caricias por la escopeta? La guerra no vale madres.


Para terminar el tema del plagio, mandé la siguiente opinión a la lista de correos donde se generó el escándalo:

Se ha despertado interés en esta cuestión del supuesto plagio. Muchos alaban las cualidades morales y éticas, junto con el gran amor a la enseñanza y el conocimiento de Lorenzo. José Daniel intentó llegar a la verdad, por su amor a la misma, por el respeto a la justicia. Yo creo en la integridad de ellos, y de quienes defienden el derecho a la libre información en la red, la declaración de una conciencia colectiva universal (acaso ya no esté de más este término), donde el conocimiento ya no es de las clases favorecidas, de los doctos en la materia, sino que ahora puede ser accedido y explicado por cualquiera, libremente.

Para mí, mas que nada, fue un honor recibir semejante piropo intelectual, como lo llamaría yo. El conocimiento humano se sustenta en la idea de unos cuantos, apoyados por un montón más, llamados epígonos, que escucharon e hicieron propias las ideas. Entonces, el conocimiento si es generado por unos cuantos, aceptémoslo, pero el enriquecimiento verdadero viene cuando los otros dicen “qué buena idea, a mí se me hubiera ocurrido”. Y a partir de allí se da un giro en la concepción personal del mundo. Al fin y al cabo, no existe una manera de compartir vivencias objetivamente sino que es necesario recurrir a los distintos puntos de vista de las personas.
Agradezco, más que el interés de la verdadera autoría, el que han prestado al tema en sí. Me da gusto no estar solo en esa búsqueda entre arte y ciencia, esa región que a veces pareciera infranqueable, donde la vida se da de manera distinta, igual que siempre pero con un aire de comprensión, de placer por el conocimiento.
Y los invito a seguir apropiándonos de los textos, a vivirlos de alguna manera, no solo en nuestras labores intelectuales, sino reflejado en nuestra vida, en la forma de ver a las hormigas trabajar, o nombrar el color del atardecer. Si alguien me ofrece una descripción adecuada para la noche, para la ciencia o la poesía, si uno que otro busca en las ideas, mías o de quien sea, la verdad y la belleza, ya habremos ganado, todos juntos, en el colectivo de individuos, en la conciencia del conocimiento verdadero: el del bien común.
Yo, en lo personal, escribo para dejar constancia de una vivencia, particularísima y acaso no del todo verdadero. Por eso, en momentos de dudas, me apoyo en otros autores, que han vivido y pensado a mi manera, según la etapa en que me encuentre. Agradezco a Paz, Hardy, Bourbaki, Oulipo, Rimbaud, Mallarmé, Lobachevsky, Riemman, Euler, Gauss, Cezanne, Thoreau, Roubaud, Queneau, Bohm, Euclides, Holan, Holub, Szymborska, Russell, Kayam, Carroll y Feynman por haberme prestado sus ideas. Y a todos ustedes, por su interés en crecer con ellas.