martes, junio 29, 2004

Hay sueños

Hay sueños vacíos en la noche estrellada.
Luces de neblina fina, alfombras de granizo azul.
El día se vuelve noche ante el temor a la tormenta.
Juego de pelota, una bicicleta pasa lentamente, sin andar siquiera.
El nacimiento es la causa de la muerte;
antes, la luna y el sol no eran más que una excusa para mirar.
Hay sueños llenos de días lluviosos.
Una gota, luego otra;
de repente, la tormenta.
Y la conciencia que nunca calla: basta.

Los días corren aprisa

¿Cómo desandar la vida si no es posible encontrar el inicio? Ante la incertidumbre, la falsa creencia del hombre. Uno planea, intenta decidir el camino por el cual ha de andar; la vida dispone, indica la senda correcta, en el momento preciso, para el individuo exacto. Así, los planes de vida no son más que elucubraciones para mantenerse ocupado, para creer que algo pasa, aunque en realidad nunca ocurra nada. Por lo menos existe la ilusión, hasta que el conocimiento luego. Después, nada queda, salvo una ligera añoranza de los tiempo que se fueron, aquellos que fueron buenos, sólo por haberse cubierto del lodo indefectible del pasado.

Durante mi estancia de dos semanas en La Valenciana, me di cuenta de mi necesidad cosmopolita. Tengo un apetito irrefrenable ante el consumismo cultural. Una semana sin visitar una librería o una tienda de discos, puede terminar con mi paciencia cultivada tras horas de meditación zen. Una de las ventajas de la gran ciudad es la oferta y demanda de mercancías.

Los días corren aprisa, un año tras otro. La diferencia: pequeñas huellas plasmadas en el pavimento.

domingo, junio 20, 2004

Día del padre

Día del padre. Domingo. Tengo miedo. La vida es ahora, lo se, pero espero a mañana, a que llegue el momento adecuado para comenzar a vivir. La escritura ya no me cuenta nada; las matemáticas han llenado mi cabeza, me han dejado confundido, sin saber si los espacios que me persiguen de noche, son los métricos, vectoriales o reales. Acaso lo mejor de la vida sea la vida en si, no la interpretación que uno haga de ella. El ejercicio de vivir traspasa la frontera de la muerte. Mientras uno sepa que la muerte lo acompaña, la vida seguirá con fuerza a su lado. Lo que da miedo es callar, dejarse llevar por dias que se vuelven años, por vidas que se esfuman como la estela de una ola, como el humo a media noche en una playa olvidada por la civilización. Pero, ¿hacia qué o quién es el miedo? Creo que el miedo es hacia mí mismo, hacia la vida posible y la equivocada certeza de andar por el camino adecuado. Al decidir una ruta, se pierden todas las demás pero, ante la no decisión, sólo se forcejea con la vida, sin llegar a ningun sitio. Pero, ¿hay que llegar? ¿Y si ya estuviéramos donde tenemos que estar? Simplemente, no se…

days

Los días se van amontonando, unos encima de otros. Las horas no parecen suficientes, la vida en sí es una nimiedad comparada con la vastedad del infinito. Todo se reduce a un punto, desinflando la realidad de repente, para volverla a inflar, lenta pero de forma segura. Entre una exhalación y otra, el universo entero nace y muere.

sábado, junio 19, 2004

hasta ahí

Uno siempre puede decir: hasta ahí. De este concepto se ha ido formando la propiedad privada, la individualidad, la libertad de decisión. Uno es el que dice, nadie más. Si el uno es uno mismo, la cosa se pone cabrona, pero sigue siendo así de sencilla: hasta ahí.