martes, junio 29, 2004

Los días corren aprisa

¿Cómo desandar la vida si no es posible encontrar el inicio? Ante la incertidumbre, la falsa creencia del hombre. Uno planea, intenta decidir el camino por el cual ha de andar; la vida dispone, indica la senda correcta, en el momento preciso, para el individuo exacto. Así, los planes de vida no son más que elucubraciones para mantenerse ocupado, para creer que algo pasa, aunque en realidad nunca ocurra nada. Por lo menos existe la ilusión, hasta que el conocimiento luego. Después, nada queda, salvo una ligera añoranza de los tiempo que se fueron, aquellos que fueron buenos, sólo por haberse cubierto del lodo indefectible del pasado.

Durante mi estancia de dos semanas en La Valenciana, me di cuenta de mi necesidad cosmopolita. Tengo un apetito irrefrenable ante el consumismo cultural. Una semana sin visitar una librería o una tienda de discos, puede terminar con mi paciencia cultivada tras horas de meditación zen. Una de las ventajas de la gran ciudad es la oferta y demanda de mercancías.

Los días corren aprisa, un año tras otro. La diferencia: pequeñas huellas plasmadas en el pavimento.