no creencia en las letras
Estoy conciente de que la literatura no es la vida, sino una deformación de ella. Al escribir, uno transforma la realidad, la maquilla hasta casi desvanecerla o iluminarla, de tal manera que se vuelva insoportable su incandescencia. Hay quienes creen en la literatura, en el sentido poético de la vida: van por ahí con una actitud fatalista y un aire de andar por los aires, se sientan con la pierna cruzada y la mano deteniendo la cabeza, como si realmente pensaran o imaginaran algo importantísimo y fundamental para la especie humana. También están los condenados a las letras, los que no quieren ni desean escribir pero, imposibilitados (o agraciados) por su forma de ver, ya no tienen más remedio que ser partícipes de la historia al imprimir su particularísima forma de ver el mundo en un papel. Creo que el estilo moderno siempre es aborrecible, siempre está mal escrito, porque rompe los cánones actuales, o pasados, mejor dicho. Entonces la belleza nace del error propiciado, de la aberración que siente un hombre por su propio destino, al saberse heredero de la muerte y la futilidad de la vida. Las letras ya no son una elección, es una lucha por negar el pasado, para morir sin tanto peso.
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