miércoles, septiembre 22, 2004

Costumbres, novedades

Me estoy acostumbrando a la vida de profesor, de maestro para adolescentes. Ahora me paré frente al grupo con una decisión por hacer las cosas bien, por enseñar una pasión que puede crecer en ellos, un sentimiento que se puede fomentar, sino de gusto, por lo menos no de afrenta hacia las ciencias, especialmente a las matemáticas. La lógica es bastante divertida, sólo es cuestión de entrarle a fondo, de concentrarse y seguir los pasos del razonamiento lento, sin prisas. Sólo el que tiene todo el tiempo del mundo puede darse prisa en hacer un descubrimiento o aportación importante. Y si no lo logra, ¿será que su vida no tuvo sentido?

En Estación Central, filme brasileño, hay una mujer que se sienta a una mesa fuera de la oficina de correos con el propósito de escribir cartas para quienes no saben escribir o para quienes no saben cómo decir aqullo que buscan transmitir. Siguiendo esta idea un tanto romántica, P ha iniciado un proyecto semejante. En la Vía Recreativa de la Avenida Vallarta ha instalado su mesita con una máquina de escribir y un letrerito: “se escriben cartas por 10 pesos. Si fuma, cigarro incluido”. Después de su primera aparición en público, se mantiene invicto: cero clientes. ¿Valdrá la pena el heroísmo poético en estos tiempos de la sobre información virtual? Yo que se –.