martes, agosto 17, 2004

Nada

El invierno o la transparencia del sueño.
La soledad se ha vuelto una rutina inapreciable.
Pienso, me muevo y jugueteo.
El compás del tiempo es una golondrina acongojada.
Si nacer es recapitular una historia no vivida, morir es inventar sin haber soñado.
Los pétalos o los colibríes, las lunas llenas o los cuartos menguantes.
Dudas, siempre dudas en la colina azul del letargo naranja.


El lenguaje ha de renacer:
símbolos disímiles, signos incoherentes.
Un punto se aproxima a la Nada; todo es
casi nada.
Es imposible comprender al otro: es otro.
Las matemáticas se nutren de significados.
Aun no entiendo nada. Ni siquiera
casi nada.
El renacimiento está en la palabra no dicha.
El vacío es todo: Nada.

ooo

Si pudiese contemplar el silencio, ¿lo haría?
Un semáforo, asfalto, corrosión.
El final de la partida ha sido anunciado antes de mi nacimiento.
Antes creía en el juego; ahora lo hago en el amor.
La ciudad se inunda tras la primera tormenta: colonias
anegadas, enfangadas, reclamadas
por la naturaleza, antes dueña de la misma habitación.
Lentamente va fluyendo el granizo hacia las coladeras.
El drenaje de Guadalajara es la sombra de un esplendor
intuido y arrebatado desde su concepción.
Fundación, funciona, futilísima
funiculi funicula, el canto alegre de los mariachis
de otra tierra mojada, alterna pero inexistente.
La tormenta ha elevado los niveles del Lago de Chapala:
el diluvio es agradecido donde no hay tierra.
En silencio / otro ciclo / la evaporación.

Llegó a casa, sudoroso y cansado. Había sido uno de esos días tan normales que bien pudiesen desaparecer de la cuenta, como los cinco días faltantes al calendario maya. Se resistió a dormir. No tenía sueño, ni sueños. El hambre ya no era un factor importante en su naturaleza. Había aprendido a suprimirla a placer…

El sueño es un eterno parpadeo.
Si duermo, estoy despierto;
despierto, solo invento.
Shine. ç+o*o+
Sigo el movimiento del cursor.
Resplandeciente
la vida escapa del tiempo
se refugia en la nada
al volverse un pequeñísimo instante.
Ya ni el sueño me parece verdadero.