martes, agosto 03, 2004

Diario de Yucatán III

11.

La Gran Pirámide de Chichen Itzá es más que una postal. No hay descripción posible para mostrar el asombro de estar ante ella; mejor, visítala, vela por ti mismo. La vida es sólo una, ¿por qué no disfrutarla?

12.

De un punto a otro, el mundo es una evasión. Sólo en el presente el universo existe. Ahora resulta que los agujeros negros no son tan negros ni tan comelones como habían predicho. Un gran hombre se ha retractado de lo que dijo treinta años atrás. Los mayas no van a ninguna parte, sólo dan vueltas y vueltas sobre el mismo punto. Un aplauso: el canto del pájaro.

13.

Los días y las noches se confunden. Pasamos la mayor parte del tiempo tirados sobre la hamaca. Levitamos como larvas, aguardando el momento preciso para despertar. Pasa un minuto, luego otro. Una taza de café turco –a falta de cafetera– nos despierta.

14.

La ciencia es un artificio, una creencia impura ante lo puro, un intento de creer en lo invisible. Igual que la fe, pero diferente. ¿Paradójico? Ciertamente.

15.

Para mí, el mundo de la ciencia va en decadencia. Matemáticas: ¡tan fácil hablar de ellas y tan difícil hacerlas! Hoy recibí un correo con la siguiente frase: “su solicitud de ponencia número 38 ha sido rechazada, atentamente,…,bla, bla, bla! Me voy reconstruyendo antes de haberme edificado. Lo aposté todo antes de tenerlo. He perdido lo que nunca lograré entender; sin embargo, he recuperado un trozo de mí, un hombre que vive en todos lados y ninguno en específico, que se nutre de la literatura, al leerla, vivirla y escribirla. Parece que la magia de las letras ha logrado un mayor encantamiento que el engaño de los números. Poesía… no eres tú, ¿o sí, Rosario?

16.

Tulum: ciudad amurallada, bastión ante el Caribe. Arrecifes de coral, agua azul turquesa, vida submarina multicolor, playas de arena blanca suave como polvo de estrellas. Una alda maya: chozas de paja frente al mar. Mi casa de campaña con una sola estaca desafía a los fuertes vientos. Llega la tormenta, se inunda el cielo y se esconden las estrellas. Los corales duermen, las palmeras se recuestan ligeramente, mecidas al compás del aguacero. Veinte minutos intensos. Luego, un arcoiris de punta a punta. Tulum se ilumina y sonríe, desafiante, ante la inmensidad del Atlántico.