lunes, abril 19, 2004

Lost in translation

Supongo que todos, en algún momento, nos hemos perdido. Yo he atravesado por varias crisis de edad: la de nacer, la de la adolescencia, la de la adultez; varias de pensamiento: catolicismo, budismo, existencialismo, estructuralismo, posmodernismo; de situación en la vida: estudiante, cocinero, fiestero, matemático. He andado por la vida, a veces arrasado por ella.

Supongo que todos, en algún momento, nos reencontramos de nuevo. Después de habernos perdido en el camino, encontramos una seña, una pista que nos conduce de nuevo hacia un lugar seguro, apacible. La noche no dura por siempre, la tormenta se detiene después de unas cuantas horas; la vida se atora y sigue de nuevo.

Supongo que todos, en algún momento, tenemos que decir adiós. La despedida no es lo importante, sino los momentos atesorados, los segundos vividos y disfrutados. Cuando uno se separa, queda unido a la persona amada. En el adiós está la confirmación de la inutilidad del individuo, de la importancia de la buena compañía. El abrazo sincero, el beso discreto, toman al universo, lo borran por unos segundos para luego, seguir con la vida, con sus momentos difíciles, con sus ratos buenos.

Supongo que todos, en algún momento, nos hemos perdido en Tokio.