viernes, abril 16, 2004

El estudio verdadero, el aprendizaje puro y enaltecedor, se da cuando se ha abolido la situación de competencia, de pensamiento encausado hacia un sitio, no siempre el que nosotros elegimos, sino el del enfoque de la escuela a la que pertenecemos. Así, cuando uno deja de estudiar, comienza a pensar por vez primera: ya no hay barreras ni indicios de pensamiento; ahora hay libertad para andar por donde uno quiera.

La adultez tiene sus ventajas: la lentitud de la vida que se va demasiado aprisa. Uno encuentra nuevos placeres, no los mismos alocados de la juventud, sino unos más específicos, más tranquilos, como en una buena película, libro o compañía. Las borracheras continúan pero, ahora, toman distintos matices: uno habla apasionadamente pero a la vez con respeto y tolerancia. Uno aprende a escuchar, a dejar hablar, y a decir lo que debe decir, no más, para no abusar. el arte de la conversación está en el aprendizaje del silencio. Y la conversación es un placer de la adultez. Entonces, ser adulto, ¿es saber callar?

México es sorprendente, tanto como cualquier otro sitio. Uno viaja para darse cuenta que, al final, uno está con uno mismo. En otro sitio, lo que permanece es uno, el mismo vuelto otro.