viernes, abril 16, 2004

No Such Thing

Aunque no dentro de la película, sino en el libro Telón de Boca, de Juan Goytisolo, el monstruo –o Dios o un ente poderoso o un fantasma o el amor, como sea que lo llamamos–, dice:
“No hay grandes diferencias entre tú y yo. Aunque fuiste engendrado por una gotica de esperma y a mí me fabricaron a golpe de especulación y concilio los dos tenemos lo primordial en común: la inexistencia. Somos quimeras o espectros soñados por algo ajeno, llámalo azar, contingencia o capricho. Tú naciste muerto y perteneces al reino de las sombras. Yo fui inventado a lo largo de milenios de querellas bizantinas y dejaré de existir el día en que el último de tus semejantes cese de creer en mí. Cada uno de mis atributos o propiedades imaginarios fueron causas de disputas, enmiendas, precisiones, luchas mortíferas. ¿Soy Uno, soy Trino, soy Misericordioso?, ¿o bien un monstruo cruel, sediento de sangre, espectador impávido de vuestras maldades y tropelías?”

¿Será que hemos dejado de creer en él, que el único capaz de asesinarlo para siempre es el científico, el que habla de cómo la materia es una, y hace unos cálculos raros, abandonado a sus creencias en realidades multidimensionales y abstractas –como lo fue en un principio, en tiempos de su creación, la idea de Dios–, suplantando la creencia por el escepticismo?

Entonces, suplantamos al monstruo, a Dios, por la materia que es una: “Os situabais in mente en el centro del universo e imaginabais que el espectáculo de la luna y las constelaciones nocturnas había sido creado para deleite de vuestros ojos sin que alcanzarais a comprender que sois un microscópico grano de arena en una playa inmensa y en constante expansión. Si yo existiera…”

Nos preguntamos, unos más que otros. Él contesta: “No seas impaciente. La ineluctabilidad del azar es el secreto mejor guardado del mundo. ¿Qué sería de mí si lo confiara a todas mis criaturas?”

De nuevo, en mi papel inquisitorio, me pregunto: ¿Hal Hartley habrá leído a Goytisolo, o Goytisolo visto la película de Hartley, o el inconsciente colectivo sigue por el mismo rumbo, hasta que, la generación X puede decir, en palabras de Douglas Coupland “You are the first generation born without god”?

El monstruo, ¿murió?, ¿existió? Pero, ¿y si estuviera vivo, con distinto nombre y apariencia?
Sabe…