domingo, abril 04, 2004

¿A mano o sobre la máquina?

El romanticismo de la escritura, ¿reside en el contacto de la mano –que aferra a la pluma– sobre la página en blanco? En general, no creo. Los novelistas pueden, fácilmente, escribir directamente sobre la máquina de escribir –computadora o lap-top, en la actualidad–; lo mismo pasa con los guionistas, dramaturgos y cuentistas. Algunos, los más burgueses –o huevones–, ni siquiera escriben: contratan un escribano al cual le dictan, dejando muchos de los detalles en sus manos, como es el caso de la belleza de una puntuación precisa, adecuada. Pero, en el caso de la poesía, se rompe la regla. ¿Qué poeta es capaz de escribir sus alucinaciones, sus desvaríos enmendadores de mundo, sus metáforas del sistema, la creencia y el amor, directamente sobre la máquina, sin haber pasado por el flujo del cerebro hacia el dedo pequeño que roza la página al ritmo de la palabra? No creo que pueda haber tan siquiera uno solo. El poeta necesita el contacto con el vacío, el miedo a surcar un camino sin salida, tomando vericuetos y silogismos que no sería posible resolver mas que con el auxilio del ritmo, de la armonía entre lo que fue y lo que será, la página en blanco y la tinta impresa, la idea y la palabra, el futuro conocido y el pasado ignorado: el poema.