domingo, mayo 30, 2004

Sobre el transcurso del tiempo

Podría pensar que la vida no vale la pena. También podría asegurar que es maravillosa. Cualquiera de estas afirmaciones no carecería de fundamento. Pero, ¿ganaría algo con ello? ¿Cambiaría la vida en si, según mi pensamiento? En lo personal, lo dudo. Escribo como una forma de no tomar la decisión, porque sobre el papel existen tantos personajes –el escritor, el protagonista, el lector, el héroe, el villano–, todos parte de uno mismo, todos distintos pero coincidentes en cierto punto. La escritura es una liberación del yo, una no aceptación de la vida como única e irrepetible, sino como un juego que todos podemos seguir jugando. La única condición: estar conciente de ello.

La dualidad de elección ha sido rota hace apenas unos años, o muchos siglos, según se vea, en occidente u oriente. La velocidad corre distinto, de acuerdo a la zona geográfica donde uno se encuentre. En occidente todo es prisa, andar rápido para aprovechar el tiempo; en oriente, la calma y lentitud son el estandar para avanzar en la inmovilidad del tiempo. Unos y otros andan por la vida, cada quien en su propio tiempo. Pero, ¿y si mezclamos los tiempos? ¿Qué sucede cuando se conjugan la lentitud y la aceleración? Quizá ese sea el tema central de mi vida, mi career: buscar patrones en el transcurso del tiempo. En matemáticas le llaman Sistemas Dinámicos. En otras culturas, llámenle como quieran.