jueves, noviembre 04, 2004

Ni en las putas creo

Nunca creí en las putitas; aún sigo sin creer. Han de tener una virtud especial, un don enigmático, con cierto aire de esoterismo, ocultismo u otra brujería posmoderna, porque sino sería imposible explicar –de nuevo declarando imposibilidades intrascendentes– su existir en el apasionamiento de mi amigo casado, padre de una hija e hijo de una esposa. La emoción de su sonrisa sincerísima, su alma ligera de futilidades, el andar lento y ceremonioso, dudando ante la vida por el recuerdo de un instante borroso en la razón, impregnadísimo en la conciencia, me hace darme cuenta, o presuponer apenas, de la maravilla de aquellos sucesos en los que no es posible creer. Acaso la falta de creencia sea el sustento del alma.